Galad, el protector Mayor


Galad no dejaba de preguntarse: ¿cual era su propósito en el mundo? y ¿por qué le había creado el Padre? Era su primer día de vida y estas preguntas eran normales en cualquier protector recién creado. Galad pertenecía a la séptima generación de protectores y había sido creado, segun el calendario de Siag, en el año 882 P. E. (del Primer Enviado).

-He oído que somos más de un millón de protectores nuevos, la generación mas grande que ha habido hasta ahora.- Dijo uno de ellos.

-¿Tantos? -exclamo otro.

-Así es, el Padre esta preparando algo grande por eso ha usado tanto poder para crearnos.

-Seguro que sus hijos se han vuelto a meter en problemas y tenemos que ayudarles. Y por lo que parece, debe de ser un problema bien gordo. -Refunfuño un tercero.

Galad no entendía como podían saber tanto sobre porque estaban ahí, así que se acerco a ellos con el propósito de escucharles mejor y preguntarles de donde habían obtenido aquella información. Se abrió paso a empujones entre tanto protector, era como intentar no ahogarse en el mar y pelear por llegar a la superficie lo más rápido posible. Pasado un rato consiguió alcanzar al grupo de protectores rojos y eso que solo estaban a escasos metros de distancia. «Por fin les he alcanzado» pensó Galad y, justo cuando se disponía a hablar, un gran estruendo lo envolvió todo; el Padre había llegado.

El Padre carecía de una forma física visible, era una gran luz cegadora que levitaba por encima de ellos. Tenia la forma de una llama que se genera en una vela y su luz oscilaba en intensidad como si respirase lenta y profundamente. Era en esos momentos de baja intensidad cuando se podía mirar al Padre sin perder la vista y, a veces, si la intensidad bajaba lo suficiente, se llegaba a vislumbrar a un ser con forma humana dentro de aquella luz.

-¡Escuchad!- Exclamo el Padre. -Hoy es el día de vuestro nacimiento, el día en que habéis sido creados y os he dado mi poder, el día de la séptima generación. Sois la generación más grande y numerosa de toda la historia, y estáis aquí para, una vez más, proteger a mis hijos. Es hora de que llegue el séptimo enviado a Siag y Maldad sea reducida y apartada del mundo.

-Serviréis con honor al séptimo enviado, y luchareis a su lado para restablecer el orden en el mundo. Seguramente no todos podréis conseguir vuestro objetivo, pero por eso sois tantos, para asegurarme de que cuando llegue el día la mayoría esteis listos y protegiendo a uno de mis hijos. Así que marchad, proteged a mis hijos y servid al séptimo enviado. De vosotros depende el destino del mundo.

Los protectores presentes empezaron a moverse y a desaparecer, viajaban rumbo a Siag, a buscar alguien a quien proteger. Mientras tanto Galad estaba pensativo, reflexionaba sobre su propósito y las intenciones del Padre; tenia claro que ya no había dudas acerca de su propósito, pero aun así se sentía que le faltaba algo, no era suficiente para él lo que le había pedido el Padre.

-Galad, tengo una tarea más que encomendarte. -La voz del Padre resonó en su cabeza. -Escucha con atención lo que tengo que decirte. Te he creado con más poder que al resto, eres el protector mayor de tu grupo, el protector blanco con más poder y por eso tu responsabilidad es mayor que la del resto. Tu mision es de vital importancia, como ya sabras: los protectores mayores son los encargados de proteger al enviado y te he elegido a ti para este proposito.

-Pero yo acabo de ser creado, no se que tengo que hacer, ni como encontrar al enviado. Es demasiada responsabilidad, cualquier otro protector Mayor de otra generación esta más preparado que yo. Pideselo a ellos. -A Galad le temblaba la voz, era miedo mezclado con inseguridad.

-Yo soy el Padre y lo conozco todo, conozco lo preparado que estas, yo te he creado. Además cuanto menos sepas mejor sabrás realizar tu tarea, no estarás condicionado por el paso del tiempo, tu mente esta libre de prejuicios. Tus hermanos de otras generaciones no están en disposición de realizar esta misión, no sabrían buscar al próximo enviado, acabarían eligiendo cualquier humano que cumpla con sus gustos. Asi que no dudes de tu capacidad, yo te guiare a ella. Ahora estas listo para partir. Ve, encuentrala y protegela. -Finalizo el Padre.

Galad asintió, ya no quedaban más protectores alrededor y el Padre se había ido; estaba solo, era la hora, tenia que marchar. Tembloroso y todavía asimilando lo que el Padre le habia dicho, partio hacia Siag.

«Yo te encontrare y protegere con mi vida, enviada. Te lo prometo»

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